François Ozon es un director que ha dado muestras de originalidad dentro del cine francés actual, con títulos como "La piscina", "8 mujeres" o "Gotas que caen sobre rocas calientes". En esta oportunidad, toma una pieza teatral de Barillet y Grédy, y recrea una comedia ubicada en los años 70 en la que el trasfondo es la revalorización del rol de las mujeres en la sociedad. Convoca para formar el elenco a dos glorias del cine francés como Catherine Deneuve y Gerard Depardieu y rinde un evidente homenaje a Jacques Demy, aquel de "Los paraguas de Cherburgo", "Las señoritas de Rochefort" y "Piel de asno" (casualmente, las tres protagonizadas por Deneuve). Ozon toma la historia de una mujer que redescubre sus ocultos talentos y se revaloriza como ser humano al tener que asumir la dirección de la fábrica (de paraguas) que regentea su marido enfermo, y la encara como una comedia con rasgos vodevilescos, con un tratamiento visual y formal obviamente desplazado en el tiempo para que coincida con la década del 70, en la que transcurre la acción. El problema es que su película se ve vieja y pasada de moda; la atrevida inclusión de un par de números musicales resulta fallida porque no logra que el público supere ese umbral de aceptación de las convenciones del género que resulta indispensable para que los actores no luzcan ridículos cuando rompen a cantar. Por lo tanto, las situaciones resultan poco convincentes, las actuaciones se ven postizas, los pasos de comedia no logran el efecto deseado y el fundamento conceptual de la película (la revalorización de la condición femenina) aparece impostado e inconsistente.
El filme, con todo, alcanza a mostrar retazos del talento artístico de los protagonistas (y también de algunos actores secundarios) y de la idoneidad del director para narrar una historia, pero resulta insuficiente para convertirse en la fábula con enseñanzas sociales que pretendió ser.